El texto hace un recorrido exhaustivo de los distintos caminos existentes para encarar una crítica feminista a la ciencia, desde la necesidad de develar el pensamiento androcéntrico hasta las propuestas del pensamiento situado. También nos alerta sobre los sesgos en la organización social y la necesidad de romper con el mito de la dedicación exclusiva y el fetiche del aislamiento del mundo social para producir conocimiento, que se levantan como obstáculos importantes a la hora de pensar una carrera científica no solamente para las mujeres sino para muchos grupos sociales. Pero sin duda la contribución más importante del texto es ofrecernos un acercamiento a la subjetividad de las mujeres científicas, de sus tensiones, contradicciones y también de las pasiones por su oficio, a pesar de las dificultades.