El grafiti es parte de la panoplia comunicacional alternativa a las expresiones de poder, una expresión polemológica, transgresora, antihegemónica, o, como lo propone el autor, “una escritura o representación de lo prohibido”. Una expresión que con el paso del tiempo se manifiesta no solo como estrategia política sino como tatuaje citadino generador de estéticas y de realidades.
A través de las páginas de este texto sugerente, el autor termina por ser un poco ese historiador que acumula el archivo precioso de lo que está a punto de desaparecer; nos regala su visión del mundo: lúcida y siempre sorprendente a través de los tatuajes de las ciudades.